viernes, 1 de octubre de 2010

L'impatience


L'impatience, originalmente cargada por Croûtons frits.



Como si pudieramos dejar algunas cosas atrás...

Flickr

This is a test post from flickr, a fancy photo sharing thing.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Perdiendo sintonía...



Es ya algo tarde… Había casi olvidado lo tranquilas que resultaban ser las madrugadas cuando uno está sólo… Mientras en general pareciera que las cosas más importantes sólo ocurren de día. Existe un momento en que el aire pareciese detener su agitación. Como si empezara el ordenamiento de todos sus átomos en un descanso inevitable y tan necesario para todo.

El silencio. La quietud de algunas horas que parecieran unirse y pertenecer solo a un momento, un instante que se extiende y parece interminable pero acogedor. Los pasos adquieren esa sonoridad casi desconocida ya por los habitantes diurnos. Las hojas de los libros avanzan, pesadas en su caída contra la tapa anterior. Y puedo volver y retomar cosas olvidadas en el transcurso del tiempo.

Una la sala. Algo grande para mi gusto, aloja esa tranquilidad fugaz que acompaña y que ni los susurros pueden entregar. Un lugar donde los relojes de péndulo resuenan en la tranquilidad de un salón vacío, en donde al parecer las sombras, entre luces tenues y puertas entornadas, juegan conmigo. Sueltas en la única parte del día en donde son realmente libres...

En donde somos realmente libres…



domingo, 26 de septiembre de 2010

Tarde en color Vin festif...


He perdido los papeles… Cosas escritas llenas de eventos sin importancia excepto para uno mismo. He buscado por todos lados, he revuelto cartas anteriores, libros viejos nunca terminados, llenos de líneas de lápiz y notas de borradores.

Uno nunca sabe hasta qué limite es presionada su capacidad para ciertas cosas. Siempre he pensado que la paciencia y la cordialidad nunca están de más pero claro… siempre puede ponerse un reto involuntario para recibir una respuesta nada pensada. Evento social el sábado por la tarde. Y se escucha: todos ustedes tienen que estar aquí, especialmente usted señorito… el Señor padre de la casa anda de viaje (por razones que tal vez entienda) por eso es que usted como su hijo (dicho irónicamente como sinónimo de: “segundo al mando” o algo así) tiene que estar para recibir a los invitados… Toda mi vida he tratado siempre de ser lo más naturalmente social posible. Una saludo, una sonrisa. Un gusto, qué tal, encantado de conocerlo.

Pero al asomo de la noche bajo las luces, parado en el salón converso contigo en la soledad de una mesa llena, en la multitud de un brindis de copa sola.

Una carta a modo de joda señor padre. Le mando esta carta a usted, viajes de trabajo ya lo sé, pero justo hoy? Empiezo a creer que no solo el trabajo fue la razón de su salida ésta fecha. (Sonrisa: ON) Buenas tardes qué tal, qué gusto verlo…

Repentinamente pienso en esos señores vestidos de smoking en las recepciones de hotel, qué aburrido. Sí señor padre, lo dije, qué aburrido. Hay un señor gordo hablando y riendo de más… todos conversando, dando a entender que mi saludo ya fue suficiente, hasta incluso de más. Señor padre, mi acompañante dice sentirse igual que yo en esto. Es muy aburrido estar aquí. Mi esperanza es el Champagne que guardo en la mesa de noche, ese que supuestamente era mío… Porqué no nos dejamos de cosas y regresa rápido usted señor padre, debería estar aquí y no yo. Debería yo de no estar aquí y en cambio usted sí. Al menos mi acompañante siempre, bancando, sigue aquí conmigo. Supongo ahora que sabrá que a las reuniones uno debe estar bien vestido y que eso no siempre significa cómodamente vestido. Ya ve… Ahora ya entendió señor padre, y ahora lo entendí yo también. A las reuniones inevitablemente concurre gente, me lo acaba de susurrar entre risas mi acompañante.

Busqué cómo mandarle esta carta pero antes caí en cuenta gracias a la ayuda de usted no imagina quién que primero hay que buscar sobre qué escribirla. Y mucho antes, hay que buscar qué decir en ella. Pero no se preocupe el asunto suyo ahora es solo leerla. Pensarla y escribirla. Ese ya es asunto nuestro.

He perdido los papeles… Pero esta noche, entre Champagne y cosas escritas llenas de eventos sin importancia. Esta noche, como en todas mis noches, solos ella y yo. Hemos buscado por todos lados, hemos revuelto cartas anteriores, libros viejos nunca terminados, llenos de líneas de lápiz y notas de borradores.

jueves, 20 de mayo de 2010

Ojos


Una anciana, un libro, una mirada perdida. Un hombre, un diario, una mirada siniestra. En el pasillo, tres amigos de pie, tres botellas, tres líquidos de colores… Algo más allá, sin saber nada, dos monjas hablan. Hablan y todos a la vez observan.


Muy cerca, de lado. Una niña y un estuche de violín, en él lleva a otro pasajero, un minúsculo ser que se abalanza entre las telas de su blusa, entre los hilos de su cima obscura. Se abalanza con sus patitas y sus diminutos ojos rojos.

Los de ella, sus ojos, deslumbran al sol, mi reflejo casi transparente sobre ellos, ojos como gotas de té. Personajes extraños unidos en un vagón cerrado. Miran disimuladamente sin querer entender, nos miran diciéndose que no. Personajes de tiempos distintos, de espacios distantes, velocidad de movimiento en un mundo distinto al de fuera. Ella, yo, nosotros, roedor, violín y sus telas.

Vagas y atentas miradas de todos y sus tiempos fuera y dentro de los cristales. Mi tiempo dentro de los cristales, dentro y fuera de todas las miradas, fuera de todas, menos de la suya bajo el sol de una ventana abierta.

Ventana abierta. Aire rápido, distinto, aire congelado y desorientado de invierno. Tiempo dentro de sus ojos tan cálidos, tan brillantes, tan cercanos, tan ausentes…