Lo has pensado alguna vez?
Como que he perdido la costumbre de dejarte notas.
Siempre las dejo en la ventana, pero no tiene nada de malo que las escriba por aquí también, siempre han sido testigos de los distintos estados que reinan mi mente al ponerlas y hoy no estoy tan seguro si hay un estado diferente pero al menos sé que estoy dejándote una.
Me gusta hacerlo aunque a veces creo que son completamente inútiles o útiles para algo que tal vez ni yo mismo entienda aún. Escribía notas todo el tiempo en papelitos, muros escondidos en mi cuarto, en boletos de colectivo y hasta en las esquinas de los cuadernos de notas, las esquinitas. Es increíble notar como el tiempo cambia algunos detalles casi imperceptibles de las personas, esas cosas que ni siquiera alguien se atreve a categorizar como 'costumbres', un hecho perdido, un asunto de hombre distraído, de excéntrico o hasta de solitario absorto…
Hoy no he visto cosa más rara al verme a mí mismo, inquieto y en medio de la cena, buscando bajo la mesa un lápiz que cayó de mi bolsillo, uno de esos que siempre llevaba (o llevo) conmigo, dudo que con la intención de encontrar algún motivo para usarlo sino solo por el simple y extraño gusto de llevar uno a todas partes. No traje uno ayer ni antes de ayer, pero hoy estuvo ahí sin saber cómo, estuvo ahí como antes, simplemente dentro de mi bolsillo pero que al caer y perderse creí podía sentir la extrañeza de llevar un paso más ligero al levantarme de la mesa y andar.
Ahora es de madrugada y he despertado pensando en lo rápido que ha llegado el invierno este año y lo frecuentes que se vuelven las pesadillas cuando uno mezcla desvelos y whisky con café. Pero casualmente no todo el tiempo no dormido es tiempo que se pierde; he encontrado, al bajar de la cama, el lápiz perdido horas atrás, no estuvo en el piso como creyera sino siempre en el otro bolsillo del pantalón y que al descubrirse, solo una sonrisa burlona y silenciosa se creaba en medio de la noche. Piensa, piensa, piensa...
Nuevamente caigo en cuenta de que las luces están apagadas. Ya el café se ha terminado en medio de la impresión de un invierno que ha llegado tan rápido y de madrugada, pero de pronto noto como que he perdido la costumbre de dejarte notas. Siempre las dejo en la ventana. Claro. Pero no tiene nada de malo que las escriba por aquí también. Después de todo me gusta hacerlo, siempre me ha gustado, sospecho entonces que es justo cuando el lápiz pierde de nuevo su ligereza. Está de nuevo seguro conmigo...